Independientemente de hacer o no movimientos sistémicos o Constelaciones Familiares, la visión sistémica puede ayudarte en la vida cotidiana, poniendo luz y ayudándote a llegar a nuevas comprensiones.
Todos, a excepción de las personas que tengan alguna patología que no les permita empatizar, hemos sentido y sentimos Culpa.
Culpa por haber tomado alguna decisión “equivocada”.
Culpa por haber dicho algo fuera de lugar, de contexto o de tono.
Culpa por haber hecho algún daño de forma consciente o inconsciente.
Culpa por …. Puedes completar con lo que tú necesites en este momento.
Desde la Mirada Sistémica de Bert Hellinger, a través de todas sus investigaciones y de todas las constelaciones que hacemos quienes nos dedicamos a servir a través de esta herramienta, vemos que hay dos tipos de Culpa. En este artículo te voy a hablar de la culpa por un daño hecho y la expiación por no haberlo asumido.
En este caso, tiene que ver con el sentir culpa por haber hecho un daño a alguien; es decir, esta culpa viene desde la acción. Y, puede ser que lo hagamos de forma consciente o inconsciente como te decía más arriba.
En caso de que el daño haya sido provocado con una intención, dirigido por una emoción fuerte de rabia, agresividad, venganza,… sobreviene una culpa que tiene que ver con el arrepentimiento: “no tenía que haberlo hecho” “no debí haber dicho…” “quizá estuve exagerando y se me fue demasiado el tono que utilicé”, etc…
Este tipo de culpa requiere un nivel de consciencia que ayude a la persona a auto observarse, reconocer su acto, reflexionar, empatizar, y, al sentir lo que el otro pudo haber sentido, decidir reparar ese daño. Si no lo hace, vemos a través de las constelaciones familiares que la tendencia es a la expiación. Expiar es “pagar” de alguna manera por esa culpa no asumida, no resuelta.
Decimos que estamos expiando una culpa cuando, por ejemplo, nos boicoteamos en algún área de nuestra vida. Cuando enfermamos. Cuando sentimos que no recibimos tanto como damos. Etc.
Y, esto es lo que sucede, cuando hemos hecho un daño inconsciente. A veces -y no pocas-, no tenemos ni idea de que hemos perjudicado a una persona o grupo de personas, familia, amigos, compañeros, pero sobre todo vemos a través de las constelaciones y sus movimientos, que hacemos mucho daño inconsciente a nuestros propios descendientes: hijos, nietos,…
¿Cómo?
A través de “querer lo mejor para ellos”, pensando en su educación, a veces creemos saber lo que sienten o piensan, no les escuchamos lo suficiente, tomamos decisiones que pueden tomar ellos, no les permitimos entender sus propias emociones, no les ayudamos a mentalizar, a empatizar, a ser compasivos… pudiendo tener esto consecuencias graves en su conducta y comportamiento.
Entonces, este niño, de forma precoz “percibe” que hay un vacío en la familia, hay un lugar que nadie lo está ocupando. Por ejemplo: cuando el padre pasa muchas horas fuera de casa, cuando mamá se siente sola, cuando, a pesar de no haber una ausencia física, sí hay una falta de disponibilidad emocional o afectiva por parte del padre, cuando el padre está más pendiente de la familia de origen que de su propia familia, entre otros motivos.
El niño, especialmente varón -pero también la niña, si no hay un varón entre los hijos-, siente que tiene que hacerse cargo de aquellas cosas que le tocarían al padre. De alguna manera se convierte en la “pareja de mamá”.
“Todos los niños son buenos y sus padres también”
Otra forma de hacer daño inconsciente es, dejando asuntos propios inconclusos. Por ejemplo, si he hecho un daño a alguien y no lo reconozco y reparo… un descendiente (hijos/nietos…) vivirá algo similar ya sea reemplazando a la víctima o al perpetrador. Hoy en día ya se sabe que, por ejemplo, los traumas pueden ser transgeneracionales. Que las personas viven miedos, angustias, que no son proporcionales a lo que les sucede en su propia vida. Y, a través del trabajo con las constelaciones vemos que hubo algo del pasado que todavía se hace presente en la vida de la persona; en cada generación habrá una persona que reemplace a una víctima, a algún perpetrador del sistema, hasta que alguien pueda tomar consciencia y reconciliarlo todo en su corazón… en el corazón de la familia entera.
Una de las leyes sistémicas nos dice que el sistema siempre va a buscar el equilibrio, en este caso, si alguien no asume su responsabilidad, alguien más lo hará.
Dentro de una familia, por ejemplo, puede haber un hijo que tenga una energía grande de agresividad, a pesar de recibir las mismas pautas educativas de sus hermanos. Otro hijo puede estar siendo víctima de acoso, abuso, sin saber por qué. Podemos ver que debajo subyacía un daño del pasado que no se reparó. Uno de los hijos reemplaza a un perpetrador, el otro a su víctima.
Por otra parte, cuando el daño ha sido ejercido hacia nosotros, también necesitamos reconciliarnos en lo profundo con la persona que nos lo infligió. Y esto no significa que no haya que atravesar el dolor, la rabia, reconocer las ganas de venganza… no significa que te tengas que quedar a seguir recibiendo daños o permitiendo que el abuso continúe.
Significa que en lo profundo podemos entender que todo ocurre por algo, quizá esa persona que te hizo daño también está reemplazando a alguien de su sistema que hizo daño y repite su historia, o quizá está vengando a alguien de su sistema que recibió un daño.
Estos son los “enredos” sistémicos en los que todos nos vemos atrapados.
Y, es que todos, estamos al servicio de nuestros propios sistemas familiares. Lo sepamos o no. Lo creamos o no. Cada uno tenemos nuestros propios enredos que deshacer.
Estos son algunos síntomas en nuestra vida presente que nos pueden estar mostrando que estamos en expiación de una culpa:
Si algo de este artículo te trajo alguna comprensión, algún “darte cuenta” y sientes que podemos ayudarte, no dudes en contactar con nosotros.
Grace Cañizares
Reconcilia-T